Karen es una madre soltera venezolana, peluquera desde hace 20 años. Su pasión y su determinación le han llevado a abrir su segunda peluquería en Barcelona hace un año y medio, cerca de la calle de Sants. Después de poco, se ha enfrentado a la crisis sanitaria y ha perdido muchos clientes de su barrio que ya no tienen dinero para ir a cortarse el pelo. Tendrá que cerrar dentro de poco si la crisis sigue.
Actividad: Peluquería, estética “Gemini Estilistes”
Miedo más grande: Tener que cerrar por el Covid y no poder quedarme en mi piso con mi hijo
Necesidad más urgente: Fraccionar o reducir los impuestos mientras dure el Covid para poder seguir
Tu secreto: Mis clientes habituales me siguen y apoyan desde hace 15 años
1 idea para ayudar a las microempresas y los comercios: Hacer intercambios de servicios
¿Cuál es la historia de tu negocio?
Llevo 20 años siendo peluquera. Este trabajo casi lo tengo en mis genes. En mi familia, hubo muchas peluqueras y barberos. Me encanta ser peluquera porque puedo cambiar la perspectiva de una persona en si misma.
Después de haber abierto y cerrado (por motivos personales) una primera peluquería en Barcelona, pude abrir este negocio gracias a los pequeños ahorros que tenía y a la ayuda de mis amigos.
¿Cuál es el desafío que asumiste?
Compaginar vida laboral y familiar, cuando eres madre soltera, es muy difícil. Trabajo entre 10 y 12 horas por día, menos el domingo. Aunque tengas una pareja, ir a buscar a los hijos a la escuela y trabajar a tiempo completo es difícil. Tengo un hijo de 11 años y no puedo pagar a una canguro. Abrir mi propio negocio fue una manera de poder estar al lado de mi hijo.
Por suerte tengo una persona que va a buscar a mi hijo al colegio y me lo trae aquí en la peluquería. Tengo un espacio de descanso arriba donde puede hacer sus deberes. La libertad de tener a mi hijo en mi trabajo es algo que no podría hacer si estuviese asalariada.
Tener mi propio negocio también me da la posibilidad importantísima de que mi hijo vea de cerca lo que es de tener un negocio y generar dinero.
¿Cómo te afectó el Covid?
Hizo que perdiese muchos clientes, especialmente jóvenes. Gracias a internet, aprenden a cortarse el pelo en casa. Internet es un arma de doble filo.
La peluquería ha dejado de ser una necesidad para convertirse en un lujo. Si la gente no tiene dinero para comer, ¿cómo va a ir en la peluquería? Tengo clientes que venían semanalmente o mensualmente que han dejado de venir. Por ejemplo, encontré una cliente en la calle que me dijo que no puede permitirse ya una cita en la peluquería y que su marido le hace el tinte en casa.
Si de aquí a verano el negocio no arranca, tendrá que cerrar. Es muy duro poner tantos esfuerzos y estar constantemente aquí para al final dejarlo.
¿Qué soluciones has encontrado?
Hacemos más intercambios de servicios con otros negocios y amigos. Por ejemplo, yo no puedo manejar las redes sociales, aunque creo que son importantísimas y necesito ayuda. La hija de una cliente me va a ayudar con Instagram y Facebook mientras que yo hago el color de su madre que no puede permitirse pagarlo.
En esta calle hay 5 peluquerías, pero no hay competencia. Yo soy venezolana, al lado, hay una dominicana, en frente una colombiana, al lado un pakistaní y un haitiano. Cada una tiene su tipo de clientes y sus métodos entonces no competimos mucho.
Creo también que estaría bien trabajar en conjunto con los hoteles, que me envíen sus clientes y que se lleven un porcentaje de los servicios que hago. Pero ahora no se puede.
¿Qué te podría ayudar?
Necesitamos que el estado fraccione o reduzca los impuestos para los negocios pequeños. También necesitamos una reducción de verdad de los alquileres. Tengo amigas que han tenido que cerrar su peluquería. Pero si yo cierro, no generaría más dinero y el Estado tendrá que pagarme a mí. Deberían incentivar a la gente para que no cierren.
¿Cuál es tu arrepentimiento y tu satisfacción?
No me arrepiento de haber abierto mi negocio, pero si es complicado.
Mi satisfacción es que estoy en Barcelona desde hace 16 años y que tengo clientes que me siguen desde que empecé. Gracias a ellos me he mantenido. Intento escuchar lo que quieren y ayudarlos a sentirse bien con su cuerpo.
¿Cuál es tu fuerza?
Mi hijo. No puedo transmitirle malestar o ansiedad, es un niño, no me lo puedo permitir. Tengo momentos de estrés, pero nunca se le enseño. Él me permite seguir luchando y él sabe que todo esfuerzo tiene su recompensa.