Graciela es la dueña de un restaurante mexicano familiar que abrió con su marido en el 2013. Vivieron momentos muy difíciles al principio, pero después de un año y medio, lograron arrancar el negocio. Desde que su marido falleció, Graciela es la cabeza del negocio y los clientes siempre piden por ella.
Actividad: Restaurante mexicano
Miedo más grande: No poder pagar las facturas. Me da igual tener hambre pero no quiero tener deudas
Necesidad más urgente: Reabrir normalmente
Tu secreto: Tener un muy buen trato con la gente
Idea para ayudar las microempresas y los comercios: Tener tesorería para aguantar mínimo los 6 primeros meses en caso de no tener clientes
¿Por qué abrieron el restaurante?
Mi marido trabajaba para un restaurante, pero estaba cansado de estar asalariado y no tener libertades. Decidimos abrir nuestro propio lugar y ser independientes. Ahora, nuestras hijas también trabajan de barra y cocina, es un lugar familiar. Hacemos cocina mexicana casera, yo vengo de la región de Puerto Vallarta, la cocina que hacemos es la cual podrías probar allá.
¿Cómo se financiaron?
Con la capitalización del paro de mi marido y los pocos ahorros que teníamos. Fue muy difícil arrancar al principio. No teníamos clientes y estábamos en el medio de una crisis económica. Teníamos deudas, no podíamos pagar la seguridad social y la hacienda y estuvimos a punto de cerrar. Fueron meses durísimos, pasemos por fases de depresión y estrés intensos.
¿Cómo superaron esto?
Gracias a dios primero, y porque somos una familia unida y que podíamos ayudarnos mutuamente. Durante dos años, no hemos gastado ni un céntimo en ropa o cosas personales, ni regalos para navidad. Economizábamos todo lo que podíamos. A un momento pregunté a mi marido por qué habíamos empezado esto. Ahora todo se ve bonito, pero la gente no sabe lo que hay detrás.
Fuimos a hablar con la hacienda y la seguridad social para pagar nuestras deudas un poquito cada mes y poco a poco pagamos las facturas.
Un día, vino una periodista mexicana para hacernos una entrevista. Nos llevamos muy bien y le encantó la comida. Nos puso una muy buena revista en Internet y nos ayudó mucho. La gente empezó a conocernos y a venir a comer en el restaurante. Después, nos fue mucho mejor y fuimos ahorrando dinero.
¿Cuál es tu mayor satisfacción?
Me llevo muy bien con mis clientes. Siempre que entran en el restaurante, piden por mi porque les hablo, les pregunto si les gusta la comida, es mi manera de ser. Antes del Covid, el negocio funcionaba muy bien. Teníamos entre 3.000 y 4.000 euros de beneficios cada mes.
¿Cuál es lo más difícil en el cotidiano?
Es muy difícil gestionar sola el negocio. Tengo que estar todo el día en el restaurante. Es un peso que llevo, pero lo hago para mis hijas, ellas dependen de eso.
Al mismo tiempo, trabajar me permite tener la mente ocupada. Después del fallecimiento de mi marido, es solo para regresar al trabajo que pude levantarme de la cama. Mi familia es también mi fuerza para seguir adelante, sin mis dos hijas, creo que hubiera cerrado.
¿Te gustaría compartir el trabajo con un socio ahora?
Yo creo que es mejor estar sola. Aunque es muchísimo trabajo, no tengo que ponerme de acuerdo con nadie y me evita tener complicaciones. Lo bueno es tener varios accionistas.
¿Te arrepientes de algo?
No me arrepiento de nada pero si hubiéramos sabido que mi marido iba a morir tan joven…lo habríamos hecho mucho antes.
Un avis sur « Graciela, restauradora: “Al cabo de un año, estuvimos a punto de cerrar” »